Qué es la esclerodermia

El mundo de la columna vertebral y de nuestro cuerpo en general aborda tener en cuenta una serie de consideraciones que hay que tener presentes, así como información acerca de las diferentes enfermedades y alteraciones que se pueden llegar a sufrir en el organismo. En esta ocasión vamos a centrarnos en hablar de la esclerodermia, una enfermedad para muchas personas desconocida que se debe conocer, sobre todo para saber cuáles son sus síntomas, su diagnóstico y su correspondiente tratamiento.

Índice

¿Qué es la esclerodermia?

La esclerodermiaque es como se le conoce a la esclerosis sistémica, es una enfermedad autoinmune crónica que afecta principalmente a la piel, pero que también puede afectar a otros órganos como el intestino, el riñón, el corazón, el intestino…, siendo una de cada 50.000 personas.

Como consecuencia de esta enfermedad, aquellas personas que la sufren notan como su piel se pone dura y rígida como consecuencia de un exceso de acumulación de fibras de colágeno. Esto mismo puede suceder en determinados órganos, lo que puede hacer que se dificulte el funcionamiento de los mismos, con lo que ello supone.

La enfermedad es considerada sistémica porque puede afectar a distintos órganos, pero no todos los pacientes se ven con los órganos internos afectados, y en algunos casos lo único que se ve afectado es la piel, casos en los que la gravedad de la enfermedad es inferior.

Causas de la esclerodermia

En lo que respecta a las causas de la aparición de esta enfermedad, tenemos que tener en cuenta que se desconocen las causas de la misma, y es que puede aparecer a cualquier edad. Sin embargo, sí que es más frecuente que aparezca en mujeres de mediana edad. Asimismo, se sabe que su incidencia aumenta en grupos de personas expuestos a determinados productos tóxicos, aunque en la mayoría de las ocasiones tiene lugar por una causa que no se conoce.

Al no ser una enfermedad contagiosa ni hereditaria, los familiares o personas con las que residen quienes padecen de esclerodermia no deben someterse a ningún examen ni ningún tipo de prueba.

Lesiones que produce la esclerodermia

Un aspecto que siempre preocupa a quienes padecen una enfermedad, es conocer el tipo de lesiones que puede producir el padecimiento, en este caso, de la esclerodermia, una enfermedad que produce lesiones en la piel y que también puede ocasionarlas en algunos órganos internos.

En un principio estas lesiones se presentan en forma de inflamación, que posteriormente se va transformando en un endurecimiento, debido a una acumulación excesiva de unas fibras muy rígidas de colágeno, consiguiendo que la piel adquiera una consistencia fibrosa.

Cuando estas lesiones afectan a otros órganos, como los pulmones o el tubo digestivo, estos también pasan a estar rígido y fibrosos, lo que hace que no funcionen de la manera adecuada, con el problema que ello conlleva.

La esclerosis sistémica además dificulta el riesgo sanguíneo, ya que produce una oclusión en las pequeñas arterias y capilares que llevan la sangre a los tejidos y puede producir síntomas y lesiones similares a las de algunas enfermedades circulatorias, como úlceras y dolor en los dedos.  Hay algunos pacientes a los que les puede llegar a suceder algo semejante en otros órganos.

Síntomas de la esclerodermia

Una vez conocidas sus lesiones, conviene conocer también cuáles son los síntomas que produce la esclerodermia esclerosis sistémica, que suele comenzar con una leve tumefacción de la piel de las manos y pies, en ocasiones también de la cara, que va extendiéndose por los miembros y que puede llegar a afectar a todo el cuerpo.

A posteriori la piel puede volverse rígida y dura, haciéndose complicado pellizcarla y en ocasiones provocando que se limiten los movimientos de las articulaciones. Asimismo es habitual que suelan existir cambios de coloración de las manos que, cuando se ven expuestas al frío, se vuelven excesivamente pálidas y posteriormente violáceos, a medida que avanza la enfermedad, acompañándose en ocasiones de dolor u hormigueo.

Estos síntomas se conocen como fenómeno de Raynaud, que también se puede vincular con otras muchas enfermedades o incluso aparecer en personas jóvenes que son sanas. En las personas que solo presentan este síntoma, el profesional podrá hacer algunas pruebas para poder confirmar o descartar si se trata de esclerosis sistémica u otra enfermedad.

La esclerosis sistémica también puede producir fatiga, dolor en las articulaciones, problemas digestivos, estreñimiento, diarrea o dificultades para tragar, así como problemas cardiorrespiratorios como dificultades respiratorias, hipertensión o dolor en el pecho. No obstante, hay que tener en cuenta que puedan reflejar complicaciones graves de la esclerosis sistémica.

Diagnóstico de la esclerodermia

El diagnóstico de la esclerodermia se hace casi siempre a través de un reconocimiento médico especializado por parte del reumatólogo, que incluirá el relato de los síntomas junto a una exploración general y un examen de la piel.

Asimismo, hay que tener en cuenta que se realizan exámenes complementarios como análisis y una radiografía del tórax, y en algunos casos concretos, otras pruebas digestivas o cardiorrespiratorias. Con estas pruebas se consigue lograr una mayor clasificación del tipo de enfermedad y valorar así su gravedad y el grado de extensión a los diferentes órganos, aunque no son del todo necesarias para poder diagnosticar que el paciente sufre de esclerodermia.

Tratamiento de la esclerodermia

En lo que respecta al tratamiento de la esclerodermia, no existen fármacos ni otras formas de tratamiento que produzcan una curación de la esclerosis sistémica. Sin embargo, muchas de las complicaciones y manifestaciones que producen se pueden tratar de manera eficaz, por lo que tanto el pronóstico como la gravedad podrá variar notablemente en función de si se recibe o no el tratamiento oportuno.

En este tipo de casos se puede recurrir al uso de diferentes cremas o elementos de protección, así como optar por ejercicios de movimiento de zonas afectadas y el uso de fármacos que se usan para dilatar los vasos sanguíneos.

En función del tipo de enfermedad y de los órganos a los que afecte, la enfermedad puede ser lenta y que solo produzca una piel más dura a lo largo de los años, o de curso muy rápido y que provoque complicaciones graves en cuestión de semanas.