¿Qué es la hiperlaxitud articular?

La hiperlaxitud articular es un problema que se debe conocer y que tiene una serie de características que hay que conocer. Por este motivo, hemos preparado para ti este artículo en el que te explicamos qué es, cuáles son sus síntomas y los tratamientos que se pueden poner en marcha para tratar de solucionar este problema.

Índice

¿Qué es la hiperlaxitud articular?

Cuando hablamos de hiperlaxitud articular estamos hablando de un aumento exagerado de la movilidad de las articulaciones. Aunque es normal que haya personas que son más «elásticas» que otras y que, por lo tanto, tienen mayor flexibilidad y facilidad para doblarse, hay casos extremos, como sucede con los contorsionistas.

De acuerdo a diferentes estudios realizados a lo largo de los años, se ha llegado a la conclusión de que es más frecuente en mujeres que en hombres, con una incidencia en la población de entre un 5% y un 15%. Asimismo, también es mayor en la infancia y este disminuye a medida que se cumplen años.

Existen ocasiones en las que la hiperlaxitud articular se encuentra acompañada de dolor en el aparato locomotor, lo que hace que a este cuadro se denomine «síndrome de hiperlaxitud articular». La frecuencia del síndrome no se encuentra debidamente establecida, pero en el caso de la mayor parte de las personas hiperlaxas no tienen síntomas por su mayor elasticidad, y apenas un 5-10% de ellos padecen algún tipo de problema.

Síntomas de la hiperlaxitud articular

Una vez conocido lo que es la hiperlaxitud articular, que es, como ya hemos mencionado, un aumento exagerado de la movilidad de las articulaciones,  es el momento de hablar de los síntomas de la enfermedad.

Los síntomas que produce la hiperlaxitud articular puede ser muy variado, si bien los que se dan con mayor frecuencia son el dolor en los músculos y articulaciones, sobre todo en los miembros inferiores.

Su aparición, habitualmente, se encuentra relacionada con sobrecargas repetidas sobre alguna articulación. Los dolores pueden comenzar a darse durante la infancia o la adolescencia, sin que persistan, de forma temporal y cada cierto tiempo, o durante todo la vida. En algunas ocasiones se pueden llegar a producir derrames articulaciones, que normalmente tienen lugar como consecuencia de un esfuerzo o sobrecarga de la articulación, sobre todo en la zona de las rodillas. En algunas ocasiones se pueden escuchar una especie de chasquidos en las articulaciones que no tienen importancia pero que pueden llegar a resultar  alarmante y preocupante para quién los sufre.

Como consecuencia de la hiperlaxitud articular es posible que algunas enfermedades relacionadas con los tejidos blandos, como capsulitis, tendinitis y similares se puedan presentar con una mayor frecuencia. Asimismo, también pueden darse con mayor asiduidad torceduras de tobillo, tortícolis de repetición, dislocaciones articulares, lumbalgias, escoliosis o desviaciones de columna y los pies planos.

Asimismo, además de todos los síntomas ya mencionados, hay que tener presente que se dan manifestaciones de la enfermedad fuera de las propias articulaciones, siendo las más habituales el incremento de la elasticidad de la piel, así como una mayor facilidad para la aparición de moratones, en ocasiones sin que se recuerde haber recibido ningún golpe o con traumatismos de escasa consideración. También suponen tener una mayor predisposición a padecer hernias y varices.

Diagnóstico de la hiperlaxitud articular

Para poder llegar al diagnóstico de una hiperlaxitud articular, el médico debe llevar a cabo la correspondiente entrevista clínica, para después efectuar una serie de exploraciones en las articulaciones. En la actualidad, se recurre a las maniobras de Beighton para determinar que una persona tiene hiperlaxitud, que son un conjunto de exploraciones que se van puntuando. De esta manera, se considera que un individuo cuenta con una hiperlaxitud articular si suma más de 4 puntos en una escala de 0 a 9.

Asimismo, será el propio médico el que se encargue de investigar la presencia de los síntomas o alteraciones que se dan con mayor frecuencia en aquellas personas que sufren de hiperlaxitud articular, con especial atención a la detección de detalles de pacientes que sufren de distintas enfermedades.

Tratamiento de la hiperlaxitud articular

A la hora de hablar del tratamiento de la hiperlaxitud articular,  hay que conocer que no existe un tratamiento específico y que sirve para resolverla de forma definitiva. Sin embargo, sí que existen muchas formas de ayudar a los pacientes con síndrome de hiperlaxitud benigno.

En cualquier caso, podemos indicar la forma de proceder del médico en este tipo de casos para poder hacer frente a la hiperlaxitud:

Diagnóstico

En primer lugar el médico se encargará de dar un diagnóstico correcto, ya que los pacientes siempre agradecerán que padecen un trastorno benigno que habitualmente no es invalidante. De hecho, esto es muy importante, ya que en muchos casos estos pacientes han sido diagnosticados con anterioridad de otras enfermedades reumáticas e incluso han llegado a estar en tratamiento con antiinflamatorios, analgésicos y otros fármacos.

Informar al paciente

Es necesario que el médico confirme al paciente que no se encuentra afectado por ningún tipo de enfermedad reumática de gravedad tras la revisión de los análisis de laboratorio y de la radiología, que en estos casos suelen ser normales.

Tratamiento

Muchos de los trastornos que forman parte de este síndrome de hiperlaxitud se trata de lesiones que tienen lugar en los tejidos blandos. Esto hace que se puedan tratar haciendo uso de terapias locales, como es el uso de férulas (muñequeras, coderas, tobilleras…), así como infiltraciones, fisioterapia, electroterapia y masaje descontracturante de la musculatura.

En este sentido es importante tener en cuenta que hay que ser prudentes con las infiltraciones, utilizando las dosis mínimas posibles y evitando que se administren de forma repetida. Los analgésicos y los antiinflamatorios no esteroideos, durante cortos periodos de tiempo, también pueden llegar a ser eficaces en el tratamiento de estos síntomas. El calor si hay contractura muscular, o el frío en caso de lesiones agudas y recientes pueden llegar a aliviar los síntomas.

De igual forma, hay que evitar la sobrecarga de las articulaciones y que pueden llegar a agravar los síntomas y modificar en lo posible el estilo de vida si no es el idóneo.