Contraindicaciones de los relajantes musculares

Un relajante muscular se utiliza de manera habitual para el tratamiento de dolores musculares y contracturas. Es muy posible que hayas oído hablar de muchos relajantes musculares a diario, ya que son realmente útiles para el alivio de dolores puntuales. Sin embargo, es importante tener en cuenta que se debe realizar un consumo responsable; y siempre llevarse a cabo bajo supervisión médica, para evitar así efectos secundarios a corto y largo plazo.

Índice

¿Qué es un relajante muscular?

Un relajante muscular es un fármaco que habitualmente se utiliza para el tratamiento de dolores musculares. Estos se encargan de actuar sobre los centros nerviosos, de forma que reducen la actividad del músculo, reduciendo el tono muscular y las acciones involuntarias del cuerpo. De esta manera se consigue mitigar el dolor.

En este sentido es importante destacar que los relajantes musculares deben ser prescritos por un especialista, pudiendo suministrarse de manera oral, a través de cápsulas (algunos de los más conocidos y utilizados habitualmente son el naproxeno y el ibuprofeno); o bien inyectarlos de manera directa en el músculo, en aquellos casos en los que los dolores tienen una mayor intensidad.

Tipos de relajantes musculares

A la hora de hablar del relajante muscular podemos distinguir principalmente dos grandes grupos, que son los siguientes:

Bloqueadores musculares

Los bloqueadores musculares, que provocan parálisis muscular y son capaces de llevar a cabo un bloqueo de la transmisión del impulso nervioso y la contracción muscular. Es habitual que se recurra a este tipo de relajante muscular en aquellas ocasiones en las que un paciente se va a someter a una intervención quirúrgica o bien en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para facilitar la ventilación mecánica.

Relajantes musculares espasmolíticos

Por otro lado también tenemos que hablar de los llamados relajantes musculares espasmolíticos, los cuales sirven para calmar o aliviar los espasmos y las convulsiones musculares. Se utilizan de manera habitual a la hora de hacer frente al tratamiento de patologías como el Síndrome de Intestino Irritable, ya que se encargan de relajar la musculatura del tracto intestinal; y al mismo tiempo alivian de los dolores abdominales que se puedan llegar a sufrir.

Usos principales del relajante muscular

Un relajante muscular se utiliza principalmente para el tratamiento de lesiones, ya que mitigan el dolor al ser capaces de relajar el tono muscular.  Es habitual que se haga uso de estos relajantes musculares en intervenciones quirúrgicas o en aquellos pacientes que necesitan de una ventilación mecánica. De esta manera, se emplean de forma habitual cuando se coloca un tubo endotraqueal, para relajar el cuello y garganta.

Los relajantes musculares también se usan habitualmente en cirugías oculares, ya que hacen que se puedan relajar algunos músculos del ojo, de manera que se puedan evitar determinados riesgos.

Tratamientos con relajante muscular

Un relajante muscular se emplea para el tratamiento de diferentes patologías como la lumbalgia. Para el tratamiento de esta patología, cuando el dolor es puntual, se usan relajantes espasmódicos.  Estos últimos son miorrelajantes que son una medicación que tiene una función idéntica a la de los analgésicos; y esto hace que el tratamiento no se pueda prolongar más allá de una semana.

Si se trata de una lumbalgia crónica se tendrá que suministrar diazepam, aunque el consumo no se aconseja durante largos periodos de tiempo. En el caso del dolor de espalda, independientemente de su causa, también se acostumbra a prescribir un relajante muscular. Los más frecuentes son el diazepam o la ciclobenzaprina, los cuales, combinados con otros analgésicos, ayudan a relajar el músculo afectado, y esto contribuye a que haya una reducción del dolor.

Otra de las patologías que se tratan gracias a los relajantes musculares es el insomnio. En este caso también es muy utilizado el diazepam; y como ocurre en otros casos, no es recomendable prolongar en exceso su consumo, ya que podría acabar creando dependencia.

Contraindicaciones de los relajantes musculares

Al consumir un relajante muscular hay que tener en cuenta una serie de consideraciones que son muy importantes sobre su consumo. Para empezar hay que tener en cuenta que se trata de medicamentos que tienen una serie de contraindicaciones.

En primer lugar, se debe tener en cuenta el peligro de mezclar un relajante muscular con otros fármacos, como son los ansiolíticos o algunos tipos de analgésicos, ya que pueden llegar a provocar  daños irreversibles en el sistema nervioso.

Los relajantes musculares actúan de manera directa sobre la médula espinal, por lo que afecta al sistema nervioso, pudiendo llegando a originar síntomas neurológicos como mareos, sedación o vómitos; y en casos más extremos, puede llegar a hacer que se padezca de visión borrosa, pérdida de reflejos o descoordinación.

Efectos secundarios

El consumo de un relajante muscular debe estar en todos los caos supervisado por un médico. Esto se debe a que un consumo excesivo puede hacer que resulte tóxico para el hígado; y también puede acabar derivando en un incremento del riesgo de padecer complicaciones respiratorias después de haber sido sometido a una intervención quirúrgica, como infecciones del pulmón o la reducción de la capacidad del pulmón.

La vista también se puede llegar a ver afectada por un consumo descontrolado de relajantes musculares, desde pérdida de enfoque o visión borrosa, hasta patologías más graves como la glaucoma, que está vinculado al consumo de ciclobenzaprina.

A la hora de consumir un relajante muscular también se debe tener en cuenta que, al tener efectos sedantes, un porcentaje de los pacientes acaban desarrollando una adicción a los efectos sedantes de estos medicamentos.

Relajantes musculares y pacientes de riesgo

El relajante muscular está contraindicado para diferentes grupos de riesgo. En el caso de que una mujer esté embarazada, los relajantes musculares pueden llegar a provocar daños irreversibles y graves en el feto, ya que pueden llegar a atravesar la placenta.

En el caso de los niños no se recomienda su consumo; y tampoco a a aquellas personas que tienen patologías cardíacas, problemas renales o hepáticos y pacientes de glaucoma. La razón es que podría tener efectos negativos sobre los órganos afectados.