Cómo se hacen infiltraciones y para qué sirven

Las infiltraciones son técnicas que se emplean para conseguir aliviar el dolor así como para poder efectuar la reparación de diferentes tejidos de las diferentes lesiones musculoesqueléticas. Estas tienen diferentes efectos en función del tipo de lesión que se desee tratar, por lo que conviene conocer cómo se hacen infiltraciones y para qué sirven.

Índice

¿Qué es una infiltración

Una infiltración es una herramienta habitualmente utilizada para el tratamiento de diferentes patologías que se encuentran relacionadas con el sistema musculoesquelético, una técnica que hace que se pueda acceder antes y de una mejor manera a la zona afectada, y así poder conseguir una recuperación más rápida.

Una infiltración es un procedimiento médico que, como hemos mencionado, consiste en la inyección de una sustancia en el interior de una articulación o tejido que produce dolor. Hasta hace unos años, el único efecto de las mismas era aliviar el dolor, ya que tan solo se empleaban fármacos antiinflamatorios y anestésicos, pero con el paso del tiempo, con el uso de las terapias regenerativas, también se utilizan para curar lesiones, principalmente relacionadas con problemas en músculos, ligamentos y tendones.

¿Cuándo se recomienda una infiltración?

Existen diferentes momentos y situaciones en las que puede ser recomendado recurrir a una infiltración, pudiendo dividirlo en dos situaciones o escenarios diferentes, que son los siguientes:

  • En aquellos casos en los que existe una lesión aguda o con cuadros de dolor de mayor intensidad, en las cuáles se debe recurrir a este método para tratar de aliviar rápidamente el dolor, aunque en estos casos realmente no se persigue la curación de la lesión, sino paliar el dolor que se puede llegar a sufrir y que, en determinados casos, puede llegar a ser muy intenso.
  • En casos de lesiones de larga duración, ya sean de varias semanas o meses, en las que es necesario realizar infiltraciones para estimular los procesos naturales de curación de las lesiones, con la finalidad de tratar de restaurar de una manera más completa los tejidos e intentar conseguir un efecto más prolongado para aliviar el dolor.

Frente a este tipo de situaciones es recomendable realizar una infiltración, mientras que hay que tener muy presente que, por lo general, y salvo en casos muy excepcionales, la técnica no se debe aplicar cuando hay lesiones tumorales o una infección activa.

Tipos de infiltraciones

Cuando hablamos de infiltraciones tenemos que tener en cuenta que podemos encontrarnos con diferentes tipos, entre los cuáles conviene hacer mención a los siguientes:

  • Antiinflamatorias y analgésicas de acción rápida, en las cuáles se recurre al uso de fármacos antiinflamatorios no esteroideos, anestésicos y corticoides. Tienen una duración menor del efecto y siempre se asocia a algún inconveniente, ya que interrumpen el proceso natural de curación de los tejidos a cambio de reducir el grado de dolor.
  • Moduladoras del ambiente inflamatorio de las articulaciones, como es el caso del ácido hialurónico, que puede aportar mejoría en aquellas ocasiones en las que el paciente sufre dolor por una artrosis incipiente.
  • Terapias regenerativas, que tienen por finalidad la de modificar de una manera positiva las lesiones, estimulando los procesos naturales de curación de los tejidos, haciendo que se favorezca la formación de un nuevo tejido y haciendo que en algunas ocasiones se permita la curación de lesiones.
  • Terapias analgésicas moduladoras del dolor, que son terapias naturales que emplean por lo general anestésicos y otros fármacos y que tienen por finalidad reducir la irritabilidad de los nervios que transmiten la sensibilidad dolorosa, por lo general en aquellos casos de dolor crónico por causas diversas.

Cómo se hace una infiltración

A pesar de que los detalles concretos de cada procedimiento varía en función de cada caso en particular, podemos indicar que siempre se realizan las infiltraciones en zonas cercanas a la lesión o en el propio lugar en el que esta se produce, mientras que en algunas ocasiones se usa un anestésico superficial para hacer que el procedimiento resulte menos doloroso para el paciente, aunque todo ello depende, como hemos mencionado, de cada caso en particular.

En función de la lesión a tratar y del objetivo que se persiga con la misma, la infiltración tendrá una mayor o menor complejidad. De esta manera, podemos encontrarnos con un procedimiento rápido y sencillo que apenas lleve unos minutos, y en el que se recurra al uso de un corticoide y un anestésico, que puede hacer que la persona pueda irse a su casa en pocos minutos, sin necesidad de reposo.

Sin embargo, también nos podemos encontrar con casos más complejos, donde la técnica será diferente (y más difícil) según la zona que se vaya a tratar, así como del empleo de herramientas para poder realizar el procedimiento (rayos X, ecografía…), influyendo también la gravedad de la lesión, la experiencia profesional y el tiempo necesario para obtener la sustancia a infiltrar en el caso de que se empleen células o sustancias que proceden del mismo paciente.

Asimismo, cuanto más complejo sea el proceso de infiltración a llevar a cabo, hace que se pueda llegar a necesitar el empleo de algún tipo de sedación anestésica, lo que implicará que el paciente que se someta al procedimiento necesitará de mantener reposo durante unas horas e incluso durante unos días.

El avance del uso de las técnicas de infiltración, que cada vez resultan más complejas y precisas, que ha permitido hacer que se desarrolle y extienda el concepto de ortopedia intervencionista, que está basado en el tratamiento de diferentes lesiones existentes en el sistema musculoesquelético a través de técnicas de infiltración de complejidad creciente, lo que necesita de un entrenamiento específico por parte de los profesionales, así como un conocimiento apropiado de las diferentes posibilidades de tratamiento existentes.

En lo que respecta a las infiltraciones, es necesario recalcar que, según la lesión que se sufra, se necesitarán una sola infiltración o varias. En el caso de que se trate de pequeñas inflamaciones de tendones, por ejemplo, podría ser suficiente con una, mientras que si se trata de una artrosis de rodilla o una lesión avanzada en los tendones, es posible que sea necesario recurrir a varias de ellas.