Cómo cuidarse de una protusión discal

Una protrusión discal aparece normalmente por dos principales razones. Por un lado puede aparecer por el envejecimiento de los discos o bien por un traumatismo o un golpe fuerte en la espalda. De hecho, en la gran mayoría de las personas mayores de 40 años, tienen al menos una protrusión discal producida por la edad que, a pesar de tenerlas, no les provoca molestias. Sin embargo, es recomendable tratarlas para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.

Para poder entender mejor lo que es una protrusión discal, es necesario conocer en primer lugar cómo se forma la columna vertebral. La columna se encuentra formada por vértebras y discos intervertebrales. Estos se encargan de realizar la función de almohadilla, evitando el roce de las vértebras, estabilizando la columna y amortiguando el peso. Estos discos se encuentran formados por un anillo fibroso que protege un núcleo gelatinoso. Con los años, el anillo fibroso de los discos intervertebrales pierde resistencia y elasticidad. Esto hace que el núcleo pulposo se desplace y provoque la aparición de una protrusión discal. Esta protrusión puede llegar a convertirse en una hernia discal en los casos en los que el núcleo pulposo queda libre después de que el anillo fibroso se rompa.

Índice

Qué es una protusión discal

Con el paso de los años y los esfuerzos, el anillo fibroso puede perder elasticidad y resistencia. El núcleo pulposo se puede desplazar desde el centro del disco dando lugar a una protrusión discal, que puede ser lumbar, cervical…, siendo las más habituales las que se producen entre L4 l5 y entre L5 S1 (lumbares); y también son frecuentes entre C5 C6 y C6 C7 (cervicales).

Solo se podría hablar de que existe una hernia discal si el anillo fibroso llega a romperse dejando el paso libre al núcleo pulposo.

Síntomas de la protusión discal

A la hora de hablar de los síntomas de la protrusión discal es necesario saber que no todas las protusiones discales terminan formando una hernia discal. Hasta el momento no existe ningún tipo de técnica o producto en la medicina tradicional o alternativa que sea capaz de recuperar por completo el estado previo de los discos intervertebrales una vez que ya ha aparecido una protrusión discal

No todas las fisuras y protusiones discales provocan dolor, ni siquiera en el caso de las hernias. La gran mayoría de los adultos mayores de 40 años padecen alguna protrusión discal que viene provocada por la edad, aunque estas pueden no originarles ningún tipo de molestia.

Una gran parte de los pacientes con dolor de espalda no presenta en sus pruebas diagnósticas una patología- protusión discal, hernia, o aplastamiento, entre otros, lo que justifique. El síntoma más habitual es el dolor, que suele aparecer en la zona cervical y lumbar, y suele ir acompañado de contracturas musculare. El dolor se puede irradiar al brazo si tiene lugar en la zona cervical, o en la pierna si tiene lugar en la zona lumbar.

¿Por qué se produce una protrusión discal?

Como sucede en el caso de las dolencias de espalda, existen diferentes factores como la edad, la falta de actividad física o la obesidad que son factores de riesgo para la aparición de protusiones y hernias de disco.

También es un factor de riesgo añadido la realización de deportes intensos o los trabajos de alta exigencia física en los que se produzca repetidamente estrés en la columna, como es el hecho de los trabajados sedentarios, levantar y cargar peso, etcétera.

Las molestias producidas por una protrusión discal se localizan habitualmente en la zona cervical, como el cuello y la espalda alta; y en la zona lumbar, como la espalda baja y riñones; y se suelen encontrar acompañadas de contracturas musculares. El dolor puede irradiarse al brazo si el origen es cervical, o a la pierna, si es lumbar.

Tratamiento de la protusión discal

Hace años atrás, la práctica totalidad de los pacientes con lumbociática o dolor lumbar a los cuales les era diagnosticado una hernia discal, eran intervenidos para su eliminación. Sin embargo, en la actualidad se prefiere apostar por un tratamiento conservador, que es en la mayoría de las ocasiones la mejor opción.

Por este motivo, se recomienda que, antes de decidirse por una intervención quirúrgica, se valoren otras opciones más conservadoras para tratar la protusión o hernia discal.  Es posible recurrir a otras alternativas de tratamiento, tales como opciones farmacológicas (medicamentos antiinflamatorios, analgésicos), técnicas intervencionistas, cambios en los hábitos de vida, etcétera.

Muchos de los pacientes consiguen llegar a controlar el dolor de espalda perdiendo peso y/o haciendo de forma regular ejercicio físico específico de potenciación muscular de la espalda y los abdominales. También es de gran ayuda la educación postural para promover la correcta alineación de la columna, evitando posturas que no son adecuadas.

En el caso de que la protrusión discal haya degenerado en una hernia discal, se aconseja seguir un tratamiento de la hernia discal similar, con medicación (relajantes musculares, analgésicos…) y fisioterapia. Todo ello se encuentra dirigido a minimizar el dolor de la hernia de disco.

Además,  tanto en el caso del tratamiento de la protusión discal como en el tratamiento de la hernia discal, el uso de ortesis pueden llegar a la hora de aliviar el dolor y mejorar la posición postural. Recurrir a estas con sus respectivos vendajes, eliminando tensiones y logrando un aporte de efecto analgésico en las vértebras. Existen diferentes ortesis que tienen una gran utilidad y que se pueden utilizar para tratar de conseguir una mejora en la protusión discal.

Esta ortesis se encarga del alivio del dolor vertebral, ofreciendo estabilización en la columna y permitiendo un control de los movimientos; y esto es fundamental en aquellos casos en los que se necesita recurrir a la cirugía.

La cirugía es para muchos una opción cuando otros tratamientos no funcionan, ya que consigue eliminar el problema. No obstante, como hemos mencionado, siempre es preferible optar por opciones más conservadoras. En la actualidad, los tratamientos están principalmente enfocados a probar con anterioridad la eficacia de alternativas como la corrección postural, fisioterapia, cambio de hábitos de vida y fortalecimiento de los músculos.